El año ciclístico al
más alto nivel se puede decir que se cierra siempre el último domingo de
septiembre con el Campeonato Mundial de gran fondo en Carretera. Y este año,
presenta pocos precedentes semejantes, un recorrido en Austria, con final en la
ciudad de Innsbruck después de 258.5 km plagados de dificultades topográficas
que convierten a este evento en un acontecimiento histórico para todos los
amantes de este deporte.
Un recorrido inicial de
algo más de 80 km para unir a la ciudad de Kufstein con Innsbruck, con el
ascenso a Gnadenwald que representa el primer esfuerzo de eliminación de corredores
que llegan a esta carrera sin haber pertenecido jamás a la élite del ciclismo
orbital. De acá en adelante, se ingresa a un circuito de 23 km que se deben
cubrir durante seis ocasiones, subiendo un tramo de ocho kilómetros con una
pendiente promedio de 5%. Aun así, a los diseñadores del recorrido lo anterior
les pareció algo elemental y decidieron añadir un tramo final de 11 km, al
inicio de los cuales los sobrevivientes de la competencia tienen que ascender
al llamado “Infierno” de Gramartboden, tres kilómetros con pendiente promedio
de 12% y rampas hasta del 28%, para finalmente bajar raudamente en busca de las
medallas en el punto de meta.
Apenas al inicio de la
competencia, una primera escaramuza con seis corredores que logran sacar
diferencia sobre el lote, posteriormente llegan otros cinco para completar un
grupo de once que alcanzan a capitalizar una ventaja superior a los 19 minutos
para iniciar el circuito. La diferencia de los fugados se va diezmando giro
tras giro; mientras que Sagan, como era de esperarse, no aguanta el ritmo en
cada uno de los repetidos ascensos y finalmente se retira de la competencia.
A dos vueltas del final
los cuatro punteros son: Asgreen (Din), Britton (Can), Laengen (Nor) y Van
Rensburg (Sud); persiguen Van Avermaet (Bel), Caruso (Ita), Fraile (Esp) y Hnik
(Che) a menos de cuatro minutos y quince segundos más atrás, el pelotón. La
carrera empieza verdaderamente en este punto, en donde los primeros en sufrir
entre los favoritos son: López, Yates, Kwiatkowski y Martin. El peligroso cuarteto persecutor es capturado
por el lote, en donde los dos países que más se dedican a mover la carrera son
España e Italia.
En el penúltimo paso
por la meta, apenas sobreviven dos de los fugados: Asgreen y Laengen, quienes conservan
una diferencia de 2´18” sobre un lote de 65 corredores. Italia es el equipo que
pone el ritmo apostando a la victoria de Nibali o Moscon. El camiseta naranja
Kruijswijk rompe la hegemonía azul y mueve el grupo, causando un sacudón con el
adelgazamiento consecuente del número de integrante del paquete principal.
Antes de coronar el último paso por Igls el lote se devora a los dos punteros. En
el descenso se lanza Valgren (Din), perseguido por seis corredores que son
neutralizados.
Valgren inicia el
último ascenso con una ventaja de 30 segundos, Francia pone a sus fichas a
tirar del lote en busca de causar estragos sobre los rivales; mientras la
ventaja y las fuerzas se le acaban al Danés cuando aparece la rampa de
pendiente superior al 20%; allí también Alaphilippe pierde el ritmo del grupo
que parece definitivo para la definición de las medallas: Woods, Bardet,
Valverde y Moscon, quienes son perseguidos únicamente por el holandés Dumoulin.
En la pared se queda Moscon de la punta y se van Canadá, España y Francia en
busca de las medallas.
Dumoulin llega a la
punta a dos mil metros de meta y se arma un hit de velocidad para la definición
en línea de meta. El holandés entregó todas sus fuerzas y se queda sin ninguna
medalla, a la vez que el mundo del ciclismo explota de la felicidad al ver como
Alejandro Valverde, en la última oportunidad que le da la vida para ser campeón
del mundo logra el objetivo. El universo oye el grito eufórico del español que
alcanza el premio a todo su trabajo del año y de la vida como ciclista. Todos
los amantes del ciclismo abrazan en la distancia al Gran Bala, una vez más el
ciclismo por sí sólo hace justicia y pone a quien lo merece en su lugar.
Tal vez el 2019 sea el
último año de Valverde en el pelotón internacional, y qué mejor que verlo
vestido con la camiseta de la franja multicolor; como en el viejo mito, el gran
tesoro de su vida lo encuentra Valverde bajo el Arco Iris de la gloria. No ganó
España, ganó el ciclismo. Sólo escribir que la plata fue para Francia con
Bardet y el bronce para Canadá con Woods. Nada más. ¡Qué viva el ciclismo! ¡Que
viva El Bala!
Por:
Carlos
“Pichuco” Lizcano
Que espectáculo de competencia, y un gran resumen de la jornada.
ResponderEliminarEsperando desde ya la temporada 2019